27 ago 2013

Capítulo 1.


  A veces la muerte desencadena problemas, otras simplemente los evita. Sentir la muerte de una persona importante en tu vida es dura. Sientes como todo se vuelve negro, como ya nada tiene sentido. En ocasiones se olvidan a los pocos días, otras dejan una herida que queda abierta mucho tiempo. Pero siempre aparece algo o alguien que la cierra y hace que todo cambie, que nada sea igual. Las personas aparecen en la vida. Algunas, como el dinero, vienen y van sin ni si quiera despedirse. Otras, como los libros, siempre te sorprenderán con algo nuevo, malo o bueno, pero siempre te acabarán sorprendiendo. Luego están esas personas que están detrás, que nunca aparecen en primer plano, que jamás se atreverían a hablar contigo por razones inexplicables. Son personas silenciosas, extrañas, que esconden algo. Quizá sean personas increíbles pero nunca lo sabrás pues la mayoría de las personas no se fijan en esos pequeños e insignificantes detalles. 
   
   Quizá por eso yo sea extraña, quizá por eso la gente me evite o simplemente mi frialdad hacía las personas desconocidas cree un alto grado de descofianza hacía mí. Nunca me había sentido sola, creí tenerlo todo en la vida pero me percaté de que me equivocaba. Los libros y la música ayudan, pero a veces una necesita el calor de una persona que te quiera. Alguien que, a parte de tu familia, siempre estés ahí cuando lo necesites. No, no tenía amigas y mucho menos amigos. Mi cuerpo parece transmitir una honda anti-chicos y tampoco es que me interesara por ellos. 

   La muerte de mi abuela, la única persona que me aceptaba y comprendía, había causado en mi un vacío que nada podría llenar. Vivía con ella desde que mi padre reemplazo a mi madre después de su muerte. Cassie, mi madrastra si es que se merecía ese puesto, no quería que yo viviera en casa y mi padre no se negó. Al contrario, dejó que yo fuera a vivir a casa de mi abuela y no fue capaz de visitarme en todo el tiempo que estuve allí. En cinco años me he dado cuenta que mi familia se reduce a mi abuela y ahora que ella no está estoy sola. No tengo a nadie. 

-La señora Clara Stewart deja todos sus bienes a su nieta Sophia Marie O'Donell.


 En la sala estábamos mi padre, mi madrastra, yo y aquel abogado. Cassie tenía la cara que parecía que iba a explotar al ver que mi abuela dejaba todo a mi nombre y nada al de mi padre. Firmé los papeles y salí de aquel lugar en el que no me sentía nada cómoda. Pero mi padre me detuvo. 


-Sophia tenemos que hablar.

-Te he dicho mil veces que no me llames así y mucho menos que me dirijas la palabra. No tengo que hablar nada contigo.

-Oh si que tienes. Tienes que volver a casa.

-No pienso volver. En unos días cumplo la mayoría de edad y soy libre para hacer lo que quiera con mi vida. Ahora me marcho. Hasta siempre John.- Me dolía decirle eso pero me había hecho demasiado daño. El echo de apoyar a aquella mujer en vez de a su propia hija me había dejado claro que a él no le importó lo más mínimo lo que vivió con mi madre.


  Me alejé de aquel lugar para que mi padre se diera cuenta que ya no me importaba, que él para mí ya no era nada. Sin saber que hacer o a hacía donde ir decidí volver a entrar a aquel edificio para pedir la herencia de mi abuela pues necesitaba dinero para dormir en algún lugar.

  Me entregaron un sobre y varias cajas. Agarré todo y busqué un lugar tranquilo en el que ver todo lo que mi abuela había dejado para mí antes de marcharse. 
  
   Todo lo que encontré era dinero, una parte suya y otra por la venta de la casa. En las cajas había una carta junto con un pequeño collar. 
  
  'Sof si estás leyendo esto es porque ha llegado mi hora. No quiero que sufras pues ahora es cuando comienza la verdadera aventura. No te digo que hagas como si no pasara nada, pero no quiero que estés mal. Esto debía llegar en algún momento y ese día ha sido hoy. 

  Se que tienes miedo. Miedo a lo desconocido. Miedo a estar sola. Pero no lo estás, yo siempre estaré acompañándote. Ahora no sabrás donde ir pero esta todo solucionado. Se que va a ser un gran cambio para ti pero creo que es lo mejor que puedes hacer, cambiar tu vida. 


 He dejado la dirección de un buen amigo mío dentro de este sobre. El te ayudará en todo lo que necesites. Debes ser fuerte. 


                                                                     Te quiero.'


 Entre miles de lágrimas agarré aquel pequeño papel en el cuál debería estar la dirección:


'Castillo de Blarney. Blarney,Cork (Irlanda)'


-Lo que me faltaba, vivir en un castillo solitario irlandés. Será mejor que coja todo esto y me vaya de una vez de este lugar.

 Varias horas después me encontraba sentada leyendo esperando la llegada del avión. En menos de media hora estaría viajando hacía Irlanda. No me hacía mucha ilusión pero España solo me traía malos recuerdos y era mejor empezar de cero.